Las enfermedades cardíacas continúan siendo la principal causa de muerte en los países desarrollados. Más allá de los números, afectan la calidad de vida y suponen una carga para los sistemas de salud.
Sin embargo, el cardiólogo Eric Topol sostiene que hasta el 80% de los casos podría evitarse con estrategias sencillas y hábitos aplicables a la vida diaria. Así lo explicó en un informe reciente publicado por The Washington Post, respaldado en evidencia científica actualizada.
Topol, quien es profesor y vicepresidente ejecutivo de Scripps Research en San Diego, propuso una serie de recomendaciones científicas para reducir significativamente el riesgo cardiovascular.
Por qué es posible prevenir la enfermedad
La Federación Mundial de Cardiología (WHF) también respalda este enfoque preventivo. Las enfermedades cardíacas se relacionan con la inflamación, el metabolismo, los lípidos en sangre y la exposición ambiental. La buena noticia es que casi todos estos factores pueden modificarse.
La acumulación de colesterol en las arterias, conocida como aterosclerosis, es el mecanismo más común en estos trastornos. Aun así, puede ralentizarse o evitarse si se adoptan cambios concretos en el estilo de vida.
Para los especialistas, el control de la inflamación y de los factores modificables debe ocupar un lugar central en cualquier estrategia preventiva.
Ejercicio constante y adaptado
La actividad física regular continúa siendo una de las intervenciones más efectivas contra la enfermedad cardíaca. Se recomienda acumular al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, como caminar, nadar o bailar.
Incluso pequeñas dosis, como 2.500 pasos continuos al día, tienen efectos positivos. Estudios publicados en Oxford Academic muestran que la actividad concentrada en fines de semana también es beneficiosa.
Alimentación basada en plantas
Una dieta rica en fibra, frutas, verduras y cereales integrales, similar al modelo mediterráneo, ayuda a reducir la inflamación y el riesgo de eventos cardíacos.
El pescado con ácidos grasos omega-3, como el salmón, se considera protector. En cambio, el exceso de carne roja o alimentos ultraprocesados eleva el riesgo. Investigaciones recientes, citadas por Nature, advierten sobre los efectos negativos del exceso de proteínas animales.
Mantener un peso corporal saludable
La grasa abdominal genera sustancias inflamatorias asociadas a mayor riesgo cardiovascular. Mantener un peso adecuado reduce las probabilidades de sufrir infartos, ACV o arritmias.
Los medicamentos GLP-1 demostraron ser eficaces tanto para perder peso como para disminuir el riesgo cardíaco en personas con obesidad.
Detectar y revertir el síndrome metabólico
El síndrome metabólico, frecuente incluso en personas sin obesidad, incluye presión y glucosa elevadas. Muchas veces coincide con la prediabetes, aumentando el riesgo cardiovascular.
Ambas condiciones pueden prevenirse o revertirse con ejercicio, dieta y pérdida de peso. Los GLP-1 también resultan útiles en este escenario.
Controlar la presión arterial
Mantener la presión en 120/80 mm Hg o menos es fundamental. La hipertensión no controlada es uno de los factores más comunes en infartos y ACV.
La automonitorización permite detectar a tiempo cualquier alteración y actuar con rapidez.
Identificar el riesgo genético
Hoy es posible estimar el riesgo cardiovascular individual mediante el puntaje de riesgo poligénico (PRS), que evalúa cientos de variantes genéticas.
En personas con riesgo elevado, se sugiere el uso preventivo de medicamentos para reducir el colesterol.
Evaluar y tratar los lípidos en sangre
Los niveles altos de colesterol LDL requieren intervención mediante hábitos saludables o medicación. También se recomienda medir apolipoproteína B y lipoproteína (a) para una evaluación más completa.
Niveles bajos de HDL mejoran con ejercicio y un peso adecuado. Triglicéridos elevados suelen estar asociados con resistencia a la insulina y pueden corregirse con cambios en el estilo de vida. Según The Lancet, el uso de estatinas potentes se asocia a un riesgo levemente mayor de diabetes tipo 2, aunque los beneficios superan ese riesgo en pacientes seleccionados.
Reducir la exposición a contaminantes
La evidencia actual demuestra que la contaminación del aire, los microplásticos y los “químicos eternos” incrementan el riesgo de enfermedad cardiovascular debido a su efecto inflamatorio.
Topol recomienda mejorar la calidad del aire y del agua en el hogar, además de limitar el uso de plásticos innecesarios.
Evitar el tabaquismo
El tabaco es uno de los factores de riesgo más conocidos y evitables. Su eliminación total sigue siendo una medida central en la prevención.
Priorizar el descanso
Dormir bien y con regularidad es clave para el corazón. Estudios recientes destacan la importancia de mantener horarios estables y detectar posibles trastornos del sueño como la apnea, una afección frecuente y poco diagnosticada.

La clave está en los hábitos
Topol subraya que, aunque los medicamentos pueden tener efectos adversos, sus beneficios son mayores en la mayoría de los casos. Pero insiste en que los cambios en el estilo de vida son el camino más efectivo y sostenible.
Con base científica sólida, el enfoque preventivo se consolida como la mejor estrategia para reducir las enfermedades cardíacas en personas de todas las edades.
Fuente: Infobae
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