La decisión de Luisa González de no buscar la reelección como presidenta del movimiento Revolución Ciudadana (RC) ha generado un intenso debate en el escenario político ecuatoriano. Su salida plantea interrogantes sobre el rumbo que tomará la organización fundada por Rafael Correa. Especialmente en relación con su cercanía al chavismo y a la figura de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.

González, quien asumió la presidencia del movimiento en noviembre de 2023, fue vista como una de las dirigentes más alineadas con el gobierno venezolano. Sin embargo, su derrota en dos elecciones presidenciales y el creciente descontento dentro de las filas correístas aceleraron el proceso de renovación de liderazgos.
Tensiones internas por Luisa González y llamados a un nuevo liderazgo
La fractura interna de la RC se profundizó en julio de 2025, cuando cinco autoridades locales –Paola Pabón, Leonardo Orlando, Marcela Aguiñaga, Juan Lloret y Pabel Muñoz– enviaron una carta a Rafael Correa para exigir cambios en la dirigencia. La relación de González con la línea de Maduro fue uno de los puntos de mayor controversia. Esto generó distancia con líderes locales que buscan un enfoque más pragmático y menos confrontacional.
El sociólogo Wilson Benavidez explicó que la cercanía ideológica y, posiblemente, económica con el chavismo ha debilitado la cohesión interna del correísmo. Además, recordó acusaciones vinculadas a presunto financiamiento de la petrolera venezolana PDVSA hacia la RC. Esto complica aún más la percepción del movimiento frente a la ciudadanía y los propios militantes.
El debate sobre Venezuela y la dependencia ideológica de Luisa González
Benavidez considera que una de las primeras decisiones que debería tomar la nueva dirigencia tras la convención de noviembre será marcar distancia, al menos públicamente, del régimen de Maduro. Según el catedrático, la excesiva identificación con el chavismo ha generado “un cortocircuito permanente” dentro del correísmo. Se ha convertido en una de las principales causas de división en su militancia.
En este sentido, se abre la posibilidad de que la RC busque modelos de izquierda distintos, más cercanos a experiencias como las de Chile o Brasil. Estas se caracterizan por corrientes progresistas con mayor enfoque democrático y moderado.
Posibles escenarios para la RC tras noviembre
El reemplazo de Luisa González marcará un hito dentro de la Revolución Ciudadana. Por un lado, existe el riesgo de una ruptura si persisten las diferencias sobre el vínculo con Venezuela. Por otro, también se presenta la oportunidad de relanzar el movimiento con un discurso renovado. Todo más acorde con la realidad política latinoamericana actual.
La asambleísta Cristina Jácome, de RC, subrayó que la nueva dirigencia debe centrarse en el respeto a la legitimidad de los gobiernos y rechazar cualquier forma de intervencionismo. Todo esto sin necesidad de mantener vínculos excesivamente cercanos con figuras cuestionadas en la región.
Un movimiento en búsqueda de modernización
El futuro de la RC dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas demandas sociales y distanciarse de narrativas que han perdido vigencia en la política regional. El reto de los nuevos liderazgos será mantener la cohesión interna sin perder la identidad correísta. Además, abrir espacio a un proyecto político de izquierda menos radical, capaz de dialogar con la diversidad de corrientes que hoy predominan en América Latina.
Fuente: La Hora
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