A miles de kilómetros de los Andes ecuatorianos, la lengua kichwa —herencia viva del imperio incaico— encuentra un espacio de resistencia y revitalización en un entorno inesperado: la Universidad Estatal de Michigan (MSU), en Estados Unidos. Dos profesoras indígenas, Micaela Jerez Masaquiza y Elsa Caín Yuqilema, llevan adelante una misión educativa y cultural que trasciende las aulas: preservar, enseñar y reivindicar una lengua milenaria en riesgo de desaparecer.

Kichwa en el aula: una clase de resistencia
“Imanalla, ñukaka Micaelami kani” (“¿Cómo están? Mi nombre es Micaela”), dice la docente al iniciar su clase. En respuesta, los estudiantes le contestan con frases sencillas en kichwa, marcando el comienzo de una sesión que no solo enseña vocabulario, sino también identidad. Desde 2023, estas clases se imparten como parte de un programa de intercambio académico del Fullbright Foreign Language Teaching Assistant (FLTA), que permitió a Micaela y Elsa trasladarse a Estados Unidos para difundir su lengua materna.
Ambas mujeres crecieron en comunidades kichwas de Ecuador —Micaela en Salasaka (Tungurahua) y Elsa en Riobamba (Chimborazo)—, donde el kichwa formaba parte de la vida diaria. Sin embargo, el avance del español y la migración han relegado al kichwa a un segundo plano, motivo por el cual las docentes decidieron llevar su idioma hasta un campus mayoritariamente blanco, donde muchos estudiantes jamás habían escuchado hablar de Ecuador, mucho menos del kichwa.
Una comunidad en construcción: identidad y reflexión intercultural
Las profesoras encontraron en la organización estudiantil indígena Timetzalimet un espacio de contención y comunidad. Allí, compartieron con estudiantes nativos de diversas culturas americanas sus reflexiones sobre la desaparición de las lenguas originarias. Diana Cisneros, graduada de Lingüística de MSU, explicó que aunque los estudiantes muestran interés por lenguas extranjeras, las indígenas rara vez figuran entre las opciones disponibles. La labor de Micaela y Elsa ayuda a llenar ese vacío, visibilizando una realidad muchas veces ignorada.
Ceremonias andinas en suelo estadounidense
En una ceremonia realizada sobre el césped del campus universitario, una chakana —la cruz andina— fue formada con pétalos de flores y frutos andinos. Micaela lideró un ritual a la Pachamama (Madre Tierra), junto a un yachak (chamán) que participó en línea desde Ecuador. En el evento, estudiantes y asistentes levantaron sus manos al cielo en señal de gratitud, mientras la docente explicaba los significados culturales y espirituales de cada elemento, convirtiendo el acto en una experiencia pedagógica y emocional.
Un idioma en peligro: cifras que preocupan
Aunque el kichwa es una lengua oficial en Ecuador y la más hablada entre los pueblos originarios, su uso ha ido en descenso. Según el censo nacional de 2022, apenas el 3,9 % de la población ecuatoriana habla una lengua indígena, de los cuales el 81,7 % se comunica en kichwa. Eso representa 538.449 personas, 52.625 menos que en 2010. La pérdida acelerada del idioma responde a factores como la migración, la discriminación lingüística y la imposición del español como lengua dominante.
Elsa, que actualmente imparte clases en MSU, resalta que el idioma y la cultura están profundamente interrelacionados. “Cuando una lengua se pierde, se pierde también una forma de ver el mundo”, señala. Ella enfatiza que muchas personas kichwas han dejado de hablar el idioma para evitar burlas o juicios por parte de hispanohablantes, especialmente cuando su español es imperfecto. Sin embargo, para Elsa, mantener el kichwa es un acto de resistencia frente a la homogeneización cultural.
Educar es resistir: una lucha que atraviesa fronteras
Las experiencias de Micaela y Elsa reflejan una lucha colectiva por preservar una herencia que se transmite con palabras, sonidos y símbolos. Enseñar kichwa en Estados Unidos no solo expande el horizonte lingüístico de los estudiantes, sino que reafirma la existencia de pueblos que se rehúsan a desaparecer. “Aunque estoy lejos de mi pueblo en estas tierras extranjeras, resisto”, concluye Micaela, con la firmeza de quien transforma el aula en un espacio de lucha por la memoria y la dignidad de los pueblos indígenas.
El kichwa vive, se enseña y se transforma
El kichwa no solo sobrevive en los Andes, también se hace presente en el corazón de una universidad estadounidense. Gracias al compromiso de mujeres indígenas como Micaela y Elsa, este idioma ancestral sigue vivo y dialoga con el mundo desde nuevas latitudes. La enseñanza del kichwa en MSU representa un faro de esperanza para otras lenguas originarias que luchan contra el olvido y la invisibilidad. Es, en definitiva, una semilla sembrada lejos del terruño, pero con raíces firmes que resisten el viento del tiempo.
Fuente: El País
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