En Ecuador, uno de cada cuatro dólares circula fuera del control fiscal y estadístico. Esta realidad se manifiesta tanto en transacciones cotidianas en efectivo como en redes de actividades ilícitas que prosperan en la informalidad. El fenómeno, conocido como economía sombra, representa un reto profundo para la estabilidad fiscal y el desarrollo social del país.

La magnitud del problema
Según el estudio “Economía sombra expuesta: estimaciones para el mundo y caminos de política” elaborado por Ernst & Young (EY) en marzo de 2025, la economía sombra ecuatoriana alcanzó el 26,5% del PIB en 2023, posicionando al país como el tercero con mayor peso en Sudamérica, solo detrás de Bolivia (32,1%) y Perú (27,1%).
Las cifras revelan una tendencia de crecimiento sostenido: entre 2013 y 2023 se incrementó en 3,2 puntos porcentuales. Aunque el aumento más reciente fue más moderado (0,6 puntos en cuatro años), evidencia que el fenómeno persiste y sigue debilitando la capacidad fiscal del Estado.
Más allá del crimen: ¿qué es la economía sombra?
Es común asociar la economía sombra con delincuencia organizada, pero no todo lo que la compone es ilegal. Según EY, abarca tres componentes principales:
- Actividades legales no reportadas a las autoridades.
- Producción informal realizada por unidades no registradas.
- Actividades ilegales consensuadas, como transacciones que ambas partes acuerdan mantener fuera de la ley.
Quedan fuera de la definición delitos como robo o corrupción administrativa, así como ventas esporádicas de segunda mano. Esta diferenciación es clave: gran parte de la economía sombra proviene de actividades legales que eligen permanecer invisibles por costos, desconfianza o trámites burocráticos
Cómo se mide lo invisible
El tamaño de la economía sombra se estima mediante seis variables que reflejan la dinámica fuera del circuito formal:
- Nivel de impuestos y su impacto en el incentivo a declarar.
- Efectividad del gobierno, relacionada con calidad de servicios, independencia y credibilidad institucional.
- Contribución del trabajo familiar, que suele no registrarse.
- Integridad del sistema legal, evaluando justicia e imparcialidad.
- Tasa de desempleo, como presión hacia la informalidad.
- Economía no monetaria, es decir, producción para autoconsumo.
El peso de cada variable revela dónde se debe intervenir: mejorar servicios públicos, rediseñar trámites o promover inclusión financiera son claves para reducir la informalidad.
Patrones globales frente a la realidad regional
A nivel mundial, los impuestos y el trabajo familiar son los principales motores de la economía sombra. Sin embargo, en Sudamérica, el factor dominante es la inefectividad gubernamental, que explica el 33,6% del problema regional.
Este patrón refleja que cuando los servicios son deficientes, la justicia es lenta y la burocracia excesiva, la informalidad se convierte en una salida natural. Así, la economía sombra en la región no es solo un reflejo de evasión, sino también de desconfianza institucional.
Los costos ocultos de la informalidad
El impacto de la economía sombra es tangible en distintos niveles:
- Para el Estado: menos recaudación, menor inversión pública y mayores costos de financiamiento.
- Para las empresas formales: competencia desleal, márgenes reducidos y menor incentivo a invertir.
- Para la ciudadanía: servicios públicos insuficientes, inseguridad creciente y mayor vulnerabilidad económica.
En la práctica, este fenómeno significa escuelas sin mantenimiento, hospitales sin recursos y calles inseguras. Lo que parece un beneficio inmediato para algunos se traduce en un obstáculo a largo plazo para todos.
Estrategias para romper el ciclo
El estudio identifica dos rutas complementarias que Ecuador debe considerar:
- Ruta 1: Atacar el componente comprometido. Crear condiciones que hagan más atractivo operar formalmente, simplificando trámites y reduciendo costos burocráticos.
- Ruta 2: Abordar el componente pasivo. Impulsar la digitalización y automatización de transacciones para facilitar el cumplimiento tributario.
Ambas requieren un Estado más efectivo, capaz de mostrar que la formalidad ofrece beneficios concretos. Sin confianza institucional, la informalidad seguirá siendo la norma.
Lo que está en juego para los ciudadanos
La economía sombra no es un asunto técnico exclusivo de economistas. Se refleja en barrrios sin iluminación, hospitales colapsados y transporte deficiente. También en emprendimientos que no despegan porque no pueden competir con negocios informales que evaden impuestos.
En un contexto de criminalidad en alza y empleo insuficiente, la tolerancia social hacia la economía paralela crece, lo que amenaza con normalizar una situación excepcional.
Del diagnóstico a la acción
Ecuador enfrenta el reto de recuperar una cuarta parte de su PIB que hoy se mueve en las sombras. Esto exige reformas tributarias, fortalecimiento de la justicia, digitalización y un cambio en los incentivos que haga más valiosa la formalidad que la evasión.
No existen soluciones inmediatas, pero sí un camino claro: alinear capacidades estatales, incentivos económicos e instituciones confiables. Si se logra, lo invisible podrá convertirse en recursos para escuelas, hospitales y proyectos que transformen la vida de los ciudadanos.
Fuente: Primicias.ec
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