Estamos cerrando las fiestas Julianas, estaba sentado pensando en mi ciudad, cuando sentí un impulso para ir a caminar por el casco comercial de mi Guayaquil querido, me desplazaba por la avenida 9 de octubre, cuando a una distancia no mayor de cincuenta metros, divisé a Juan Pueblo, me acerqué a él y le dije ¡Juan como estás! me miro y exclamó ¡jodido pero contento!, qué pasa Juan, qué te sucede, ingeniero, no comprendo ¡porqué! estamos viviendo lo que vivimos, la inseguridad me hace correr de un lado a otro. Me senté en estos hermosos bancos y se me llevaron lo único que tenía, ¡qué se te llevaron! ¡mi sombrero!, el que me protege de este intenso sol y no sé a quién reclamarle, todos nuestros políticos son iguales, prometen, prometen y jamás cumplen, bueno, hay escasas excepciones. Ingeniero el otro día me encontraba en la carretilla de doña Pepita, agachadito comía mi cevichito, cuando de repente, se bajaron dos motociclistas y dispararon como veinte veces, mataron a uno de los agachaditos e hirieron a una niña que pasaba por el lugar, qué tristeza, qué desesperación, qué impotencia, qué hacemos ¡ingeniero!
Fíjese, mi compadre Pedro me presto su bicicleta, me fui a pasear a la tierra de los aniñados (Samborondón), qué lindo ingeniero, qué hermoso, como quisiera vivir algún día en ese lugar, voy a esforzarme para lograrlo, después de algunos minutos del recorrido que estaba haciendo, la noche se hizo presente, comencé a cruzar el puente de la Unidad Nacional y no había luz, pocas lámparas funcionaban, sentí temor, ¡como puede ser!, maldije al alcalde, me di cuenta que no solo en mi Guayaquil funcionaban escasamente el 40 % de las luminarias, ¡cómo no nos van a asaltar!, ¡si vivimos en el refugio de los ladrones! este alcalde tiene que irse, ¡Juan le dije!, el alcalde no es responsable de la iluminación de la ciudad ni del puente, ¡SI! ¡LO SÉ! ¿Pero quien es la primera autoridad de Guayaquil? ¡quien tiene que defendernos! Es él ingeniero. Y no solo eso ingeniero, iba pedaleando mi bici, muchas calles se encuentran sin señalización o están mal marcadas. En unas han cambiado la orientación y están doblemente marcadas, me metí por una vía en sentido contrario siguiendo la demarcación existente y para mi sorpresa, un vigilante me paró, se acercó y ¡me dijo, el costo de “su infracción es”, sin yo preguntarle nada. No es mi culpa la mala demarcación, dijo el oficial, ¡tuve que entregarle unos pocos centavos para que me deje continuar!, que le hubiera dicho a mi compadre Pedro, si me presentaba sin su bicicleta.
Seguí el recorrido a mi casa, las calles no muy limpias, con algunos baches, faltan tapas en las diferentes cajas, la basura acumulada, llego a mi hogar y una gran laguna me esperaba como final de mi recorrido. La casa estaba en tinieblas, no tenía luz, me la habían cortado, no tuve como pagar la planilla que me llegó con un sobreprecio de más del 300%, fui a reclamar a la empresa y me manifestaron ¡qué!, por el gran calor, estaba usando muchos aires acondicionados, cuando apenas tengo dos focos en mi caleta, ¡a quien reclamo!, ¿quién me puede ayudar?, ¿quién me puede defender?, ni el Chapulín Colorado se presenta en estos momentos de terror en que vivimos.
Con el agua también corrí la misma suerte, los precios son altísimos. Se va la luz, se va el agua y no pasa nada, yo dejo de pagar las facturas y más rápido que el viento me cortan los servicios, ingeniero, ¡a quien le reclamo! ¡Juan Pueblo!!no soy amigo del alcalde!! no vote por él!, sin embargo, creo que hay que darle un tiempo a Aquiles, debemos apoyarlo, pese a todo, considero que él tiene la obligación de velar por los intereses de nosotros, no solo por lo que hace o deja de hacer en su competencia, sino en defensa de nuestro modus vivendi.
El tiempo pasó y después de escuchar a Juan Pueblo, nos dimos un fuerte abrazo, lo único que me queda es pedirle a Aquiles, pelee y luche por nosotros, reclámele al “demócrata” la falta de resultados por lo originado en los continuos motines penitenciarios, que impide el funcionamiento normal de nuestra ciudad, tenemos el derecho a vivir mejor, a poseer servicios de primer orden, en educación, salud, limpieza, transporte, comunicación, destierre a los malos “servidores” públicos (son una minoría): unos arraigados en la ATM, otros en la policía metropolitana y para variar, dentro del cabildo.
Por lo general nuestras autoridades son audazmente sancionadoras, incapaces de entregarnos un excelente servicio, eso sí, ¡si cometemos infracciones son implacables para la sanción!, nosotros aceptamos nuestra responsabilidad y las autoridades ¿a quienes responden por su ineficiencia?
Fuente: La Nación
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