En un contexto de creciente tensión geopolítica en Oriente Próximo, el Parlamento de Irán ha aprobado el cierre del estrecho de Ormuz. Se trata de una de las rutas marítimas más estratégicas del planeta. Por ahí transita cerca del 20% del crudo mundial. Esta medida surge como respuesta directa al reciente ataque de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares iraníes. Esto ha escalado drásticamente el conflicto en la región.

La votación parlamentaria, según reportes de medios estatales como Press TV y agencias internacionales como Reuters y Al Arabiya, representa un paso decisivo. Sin embargo, su aplicación dependerá de la aprobación del máximo órgano de seguridad del país. Si se concreta, este movimiento podría tener consecuencias inmediatas tanto en el suministro energético como en la estabilidad económica global.
El estrecho de Ormuz: el cuello de botella del petróleo global
El estrecho de Ormuz, ubicado entre Omán e Irán, conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el mar de Arabia. Es una vía clave para el transporte marítimo de hidrocarburos. Su profundidad y amplitud permiten el paso de grandes buques petroleros y metaneros. Según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), durante el primer trimestre de 2025 cruzaron por este paso marítimo 20,1 millones de barriles de petróleo diarios. Esto representa aproximadamente el 20% del consumo global.
Las estadísticas han mostrado una relativa estabilidad en esta cifra a lo largo del tiempo. Sin embargo, ya se había registrado una leve caída desde los 21,4 millones diarios de 2022 y 2023. La dependencia de este paso marítimo es tal que, como lo advierte la Agencia Internacional de la Energía (IEA), “hay muy pocas alternativas para transportar crudo fuera del estrecho”. Su cierre podría generar serios cuellos de botella, retrasos logísticos y un inevitable aumento de los precios energéticos a nivel mundial.
Impacto inmediato en los mercados y el llamado de EE.UU. a China
La reacción de los mercados no se hizo esperar. Desde el primer intercambio de bombardeos entre Israel e Irán, el precio del petróleo ha comenzado a subir. Con el anuncio del posible cierre del estrecho, se teme un alza aún mayor. Este temor llevó al secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, a hacer un llamado urgente a China para interceder ante Irán.
China, el mayor consumidor de petróleo que transita por el estrecho, sería una de las naciones más afectadas. Solo en el primer trimestre de 2025, recibió un promedio de 5,4 millones de barriles diarios. Esto representa casi el 27% del total que circula por la zona. Rubio calificó el cierre como “un suicidio económico” que perjudicaría más a países como China, India, Corea del Sur y Japón. En menor medida a EE.UU. o Europa.
Europa y EE.UU.: menos vulnerables, pero no inmunes
Curiosamente, las consecuencias inmediatas del cierre del estrecho no impactarían significativamente a Estados Unidos ni a Europa. Solo el 1,9% del crudo que pasa por Ormuz tiene como destino Estados Unidos, mientras que Europa recibe apenas el 3,4%. Ambas regiones han reducido su dependencia de esta ruta: EE.UU. ha disminuido en 100.000 barriles su consumo vía Ormuz y Europa en 200.000.
No obstante, el incremento del precio internacional del crudo sí podría tener efectos indirectos importantes. El BBVA, por ejemplo, ya revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para España. Según sus cálculos, por cada 10 dólares de aumento en el precio del barril, la inflación residual crecería en 1,1 puntos y la inflación general en 0,2 puntos.
Los más afectados: productores del Golfo
Entre los países que sí enfrentarían un golpe directo están los principales exportadores del Golfo Pérsico. Arabia Saudí, que envía por esta ruta 5,3 millones de barriles diarios —casi la mitad de su producción— sería el más impactado. También sufrirían Iraq (3,2 millones), Emiratos Árabes Unidos (1,8 millones), Kuwait (1,4 millones) y el mismo Irán (1,5 millones). Su producción quedaría atrapada por su propio bloqueo.
Aunque existen oleoductos alternativos en la región, estos no tienen la capacidad suficiente para sustituir la magnitud del comercio marítimo que atraviesa Ormuz. Por lo tanto, el cierre del estrecho generaría no solo un choque de oferta, sino también tensiones internas entre los países productores. Estos dependen de esta vía para sostener sus ingresos fiscales.
Una decisión que desafía al sistema energético global
El voto a favor del cierre del estrecho de Ormuz marca una nueva etapa en el conflicto de Medio Oriente. Las implicaciones podrían ir mucho más allá del ámbito militar. La energía vuelve a ser utilizada como herramienta geopolítica. Esto pone en riesgo la seguridad energética de varios países asiáticos y tensiona aún más los mercados internacionales.
La medida aún debe ser ratificada, pero su sola posibilidad ya ha encendido las alarmas en todo el mundo. Lo que ocurra en los próximos días determinará no solo el curso del conflicto, sino también el equilibrio económico global. Esto ocurre en un momento en que el planeta intenta recuperarse de otras crisis recientes.
Fuente: El Mundo
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