Ecuador experimentó en 2025 una disminución significativa en el número de incendios forestales en comparación con el año anterior. Entre enero y septiembre de 2024 se registraron 2.621 incendios que destruyeron 29.812 hectáreas, mientras que en el mismo período de 2025 se contabilizaron 817 siniestros con 4.664 hectáreas afectadas.

La diferencia muestra un alivio importante, con una pérdida 6,4 veces menor en términos de superficie destruida. Sin embargo, el fenómeno no puede interpretarse como una victoria definitiva, ya que las condiciones climáticas y la falta de prevención siguen siendo factores de riesgo.
Agosto y septiembre, meses críticos
A pesar de la reducción general, el análisis mensual revela que el fuego golpea con mayor fuerza en pleno pico de la sequía. En 2024, agosto concentró el 65% del área quemada y septiembre el 9,4%. En 2025, la tendencia se intensificó: agosto acumuló el 72,5% de la superficie afectada, mientras que los primeros días de septiembre ya sumaban el 15,7%.
Esto refleja que los incendios forestales no solo se repiten en las mismas épocas del año, sino que también pueden intensificarse si no se cuenta con una detección temprana y una respuesta rápida.
Provincias más afectadas: el protagonismo de Imbabura
El mapa de los incendios forestales cambió entre 2024 y 2025. En 2024, provincias como Loja, Azuay, Pichincha, Carchi, Imbabura y Guayas sufrieron más de 1.000 hectáreas destruidas.
En contraste, en 2025 la situación se concentró especialmente en Imbabura, que acumuló el 39% de la pérdida nacional. El resto de los incendios se repartieron entre El Oro, Cotopaxi, Chimborazo, Loja, Guayas y Pichincha.
Imbabura y la amenaza a la Reserva Cotacachi Cayapas
La gravedad del caso en Imbabura va más allá de las cifras. La provincia reúne condiciones naturales que favorecen la propagación del fuego: vientos fuertes, suelos secos y abundante vegetación en zonas protegidas.
Parte de los incendios alcanzó al Parque Nacional Cotacachi Cayapas, un área clave para la biodiversidad del país. Allí se encuentran especies únicas, fuentes de agua estratégicas y comunidades que dependen directamente de los recursos del bosque. El impacto ambiental y social es, por lo tanto, mucho más profundo y preocupante.
Retos pendientes en control y prevención
Aunque los datos muestran un descenso en el número de incendios, las autoridades enfrentan serios desafíos. La reducción de casos no debe ocultar los vacíos en materia de equipamiento, logística y coordinación.
Se requieren brigadas locales con mejores herramientas, acceso a agua y transporte, así como aeronaves para llegar a áreas remotas. Además, es fundamental frenar la quema agrícola sin control, que continúa siendo una de las principales causas de incendios.
La aplicación estricta de sanciones y la educación ambiental resultan indispensables para evitar que la irresponsabilidad ciudadana siga alimentando la amenaza.
Una mejora relativa con grandes desafíos
La disminución de incendios forestales en Ecuador durante 2025 es un signo alentador, pero no suficiente. La concentración del daño en Imbabura y, en particular, en la Reserva Cotacachi Cayapas, demuestra que un solo descuido puede provocar consecuencias devastadoras para el ambiente y las comunidades locales.
La clave está en mantener la prevención constante, fortalecer los sistemas de alerta temprana y consolidar una cultura de responsabilidad ambiental que permita reducir aún más los riesgos. Solo con una acción sostenida será posible proteger los ecosistemas más vulnerables del país.
Fuente: EL COMERCIO
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