Las encuestas muestran una división en los escenarios electorales, pero los ciudadanos están más enfocados en resolver sus problemas que en las promesas de los binomios electorales.
Las críticas a las encuestas electorales siempre han existido, pero en Ecuador, los especialistas comienzan a dudar de su eficacia debido a sus fallos.
Actualmente, los estudios de opinión muestran una fuerte polarización en el país. El correísmo obtiene alrededor del 25% al 33% de preferencias, mientras que las opciones contrarias suman aproximadamente el 50%.
En un estudio realizado por la Encuestadora Numma entre el 6 y el 9 de julio, al inicio de la campaña electoral, se consultó a los encuestados si preferían el regreso del correísmo o un Gobierno de otra tendencia. El 31% de los encuestados indicó que prefería el regreso del correísmo, mientras que el 62% esperaba un Gobierno diferente.
En este punto, es poco probable que se forme un escenario de unidad, y la aspiración del llamado “voto útil” podría definirse en la última semana del proceso electoral, lo que significa que el empate técnico entre Otto Sonnenholzner, Yaku Pérez y Fernando Villavicencio se definiría en las urnas.
Analistas como Pedro Donoso, Luis Espinosa Goded y Pablo Guerrero Martínez han estudiado las posibles causas y escenarios dentro de los sondeos.
Lectura interesada
El director general de Icare, Pedro Donoso, y el académico de la USFQ, Luis Espinosa Goded, coinciden en que la lectura del enfrentamiento correísmo y anticorreísmo que algunas encuestadoras presentan es interesada y beneficia a la candidata de la Revolución Ciudadana, Luisa González.
Donoso considera que esta polarización no es real, sino un constructo establecido por la clase política que favorece especialmente al correísmo. La estrategia de la Revolución Ciudadana se enfoca en apuntar al anticorreísmo, representado por Guillermo Lasso, y esto les conviene mucho más.
Para Espinosa, el correísmo puede resultar anticuado para gran parte de la sociedad ecuatoriana, especialmente para los jóvenes que apenas recuerdan a Rafael Correa, quien dejó el país hace unos nueve años. Por lo tanto, se busca que el debate electoral se centre en la opción correísta versus el anticorreísmo.
Anticorreísmo
El abogado y profesor Pablo Guerrero destaca que el anticorreísmo no es un bloque homogéneo, sino que abarca desde la izquierda extrema hasta la derecha del electorado. Existen muchos ecuatorianos que no desean un modelo similar al de Venezuela, y necesitan un candidato que los represente.
Guerrero señala que Otto Sonnenholzner podría tener dificultades para llegar a ese sector debido a su pasado como vicepresidente de Lenín Moreno, mientras que Yaku Pérez enfrentaría obstáculos por sus posiciones y propuestas. Por otro lado, Fernando Villavicencio podría surgir como la antítesis del correísmo y atraer parte de ese electorado, ya que proviene de la clase media.
Indecisión o Apatía
Espinosa destaca que la indecisión en el electorado se debe a la baja expectativa de que la democracia pueda resolver los problemas actuales de seguridad y economía. Los ciudadanos decidirán entre correísmo y anticorreísmo según perciban que sus problemas serán resueltos.
Guerrero agrega que la indecisión es una característica de la idiosincrasia ecuatoriana, que tiende a dejar las decisiones para el último momento. Muchas personas dentro del 60% podrían estar considerando quién representa mejor al anticorreísmo para alejarse de la órbita chavista-castrista.
Fracaso de las Encuestas
Espinosa resalta la necesidad de estudiar con precisión por qué las encuestas han fallado estrepitosamente en los últimos años. Uno de los factores a tener en cuenta es el alto porcentaje de indecisos, que puede dificultar obtener resultados precisos.
Guerrero critica la idolatría a las encuestas y advierte que, aunque son importantes, también pueden fallar. Los altos índices de indecisión y la desconfianza en la política pueden estar afectando los resultados.
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