Entre 2012 y 2023, Ecuador registró un incremento del 48% en el número total de empresas, pasando de 791.790 a 1’173.985. Este crecimiento, sin embargo, ha sido desigual entre sectores como el agro. Mientras comercio y servicios se expanden rápidamente, el agro vive un retroceso sostenido, especialmente en provincias históricamente agrícolas como Manabí y Guayas.
El punto de inflexión se produjo entre 2021 y 2022, cuando se sumaron más de 368.000 nuevas empresas tras la implementación del Régimen Simplificado para Emprendedores y Negocios Populares (RIMPE), que obligó a muchos negocios informales a registrarse formalmente. No obstante, esta regularización no ha beneficiado al agro, que pierde peso en la economía nacional.
Las provincias más dinámicas y su giro económico
Pichincha, Guayas, Manabí, Azuay y El Oro concentran la mayor parte de empresas del país. En Pichincha, por ejemplo, se pasó de 176.419 empresas en 2012 a 324.320 en 2023. Guayas también mostró un aumento importante, de 146.128 a 243.789 empresas en ese mismo periodo.
Sin embargo, el crecimiento en estas provincias se ha dado principalmente en los sectores comercial y de servicios, mientras que el agro ha perdido fuerza. Tungurahua, aunque abastece al 65% del país con productos agrícolas, no escapa de esta tendencia.
Una caída preocupante en el número de empresas agrícolas
Las cifras son claras: en Guayas, el número de empresas agrícolas cayó un 50,8% en once años; en Manabí, la reducción fue del 75,4%. Pichincha también vio un descenso del 22,2% respecto a 2012, y del 40,1% desde su pico en 2017.
El comercio y los servicios han crecido de manera paralela. En Pichincha, por ejemplo, las empresas comerciales aumentaron un 50,3% entre 2021 y 2022, mientras que las de servicios crecieron un 56,4% en el mismo periodo.
Uso del suelo: menos cultivos, más descanso y urbanización
Los cambios en el uso del suelo también explican el retroceso agrícola. Entre 2014 y 2024, Ecuador perdió 145.744 hectáreas de superficie productiva. La Sierra, históricamente agrícola, redujo 103.153 hectáreas (-2,7%). Mientras tanto, las tierras en descanso aumentaron un 109,1% y los montes y bosques un 3,2%.
Daniel Capa, director de la carrera de Agropecuaria en la UTPL, lo atribuye al crecimiento urbano: “Las zonas que antes eran ocupadas por cultivos ahora están siendo ocupadas por casas, por urbanizaciones”.
Factores que golpean la rentabilidad del agro
Además del cambio de uso del suelo, los bajos precios, las enfermedades agrícolas y la falta de infraestructura hacen que la actividad agropecuaria sea menos atractiva. “Muchos agricultores no están satisfechos con los precios. A pesar de que producen, no obtienen valores óptimos”, sostiene Capa.
Mario Caviedes, docente de la USFQ, añade que plagas como la pudrición del cogollo en palma africana han destruido hasta 150.000 hectáreas. También menciona el caso de la papa, cuyo cultivo se redujo de 50.000 a 20.000 hectáreas en cuatro décadas.
Riesgos para la seguridad alimentaria del país
La disminución de empresas agrícolas y la reducción de tierras cultivadas ponen en riesgo la seguridad alimentaria. “Si sigue disminuyendo el sector agropecuario, la escasez de alimentos nos va a complicar. Vamos a empezar a pelear por comida”, advierte Capa.
Caviedes explica que el cultivo de papa, por ejemplo, requiere al menos 20 toneladas por hectárea para ser rentable, pero muchos pequeños productores no logran ese rendimiento y están sujetos a los precios que imponen los intermediarios.
Sin relevo generacional, el campo se queda solo
El envejecimiento del productor agrícola también es un problema. Según Caviedes, la edad promedio es de 47 años. Muchos jóvenes evitan carreras agropecuarias por falta de incentivos y por la percepción negativa heredada de sus familias.
“Falta tecnología, falta infraestructura, falta motivación. El campo ya no es una opción para los jóvenes”, indica Capa.
¿Qué hacer frente a esta transformación?
Los expertos coinciden en que es necesario reordenar la producción, mejorar la eficiencia con tecnología y fomentar una agricultura sostenible. “Todos queremos producir lo mismo y no hay equilibrio entre oferta y demanda”, dice Capa.
A pesar del panorama crítico, Ecuador mantiene un gran potencial por su diversidad climática y productiva. Pero para aprovecharlo, es imprescindible una acción articulada entre Estado, academia y sector privado.

Una transformación estructural en marcha
La reducción del sector agrícola en Ecuador no es un fenómeno aislado, sino el resultado de múltiples factores: urbanización, baja rentabilidad, problemas ambientales y falta de incentivos.
Sin cambios urgentes, el país podría ver comprometida su autosuficiencia alimentaria, su economía rural y su equilibrio territorial. El agro necesita atención antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: Primicias
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