Realizar ejercicio sin haber ingerido alimentos se ha vuelto una práctica común entre quienes buscan mejorar su salud metabólica y controlar su peso. Esta modalidad, conocida como ejercicio en ayunas, se basa en principios evolutivos que indican que el cuerpo humano está preparado para moverse en estado de hambre.
Investigadores de la Universidad de Cambridge explican que el ejercicio en ayunas activa mecanismos como la producción de orexina, un neuropéptido que estimula la alerta y el movimiento. Esta activación fisiológica se asocia con mejoras en la flexibilidad metabólica, es decir, la capacidad del cuerpo para cambiar entre el uso de glucosa y grasas como fuente de energía.
Efectos sobre el síndrome metabólico
El síndrome metabólico, que engloba condiciones como la obesidad abdominal, la resistencia a la insulina y niveles elevados de glucosa, podría verse beneficiado con esta práctica.
Según los expertos, al entrenar en ayunas, el organismo mejora su capacidad para oxidar grasas, lo que puede contribuir a reducir estos factores de riesgo. Sin embargo, también se destaca que estos beneficios son más evidentes en personas con un estilo de vida saludable y actividad física constante.
Inflamación y hormona del crecimiento
El Australian Institute of Fitness agrega que el ejercicio en ayunas puede elevar los niveles de la hormona del crecimiento (HGH). Favoreciendo la reparación muscular y el mantenimiento de la masa magra. También se ha observado una disminución en la inflamación sistémica, un factor relacionado con múltiples enfermedades crónicas.
Pero no todo es ganancia: entrenar sin glucógeno disponible puede provocar fatiga temprana y afectar la intensidad del ejercicio, especialmente en deportes de alto rendimiento.
Precauciones necesarias
La práctica no está exenta de riesgos. El Journal of Physical Therapy Science advierte que el ejercicio en ayunas puede aumentar los niveles de cortisol. Esta es una hormona que, en exceso, podría interferir con la pérdida de peso y la salud emocional.
Asimismo, la fatiga provocada por la falta de energía inmediata puede aumentar el riesgo de lesiones musculares. Por eso, se recomienda una buena hidratación y un calentamiento adecuado antes de comenzar.
¿Para quién es recomendable?
Según el International Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism, el momento más eficaz para entrenar en ayunas es durante la mañana, después del ayuno nocturno. En ese periodo, el cuerpo está más propenso a utilizar la grasa como fuente de energía.
Sin embargo, la Nottingham Trent University encontró que también puede hacerse en la tarde, aunque con una ligera disminución en el rendimiento físico.

Lo que falta por descubrir
A pesar de los beneficios observados, aún queda camino por recorrer. Un estudio de Nottingham Trent reveló que quienes entrenaron en ayunas quemaron un 70% más de grasa durante una sesión de ciclismo de 30 minutos, en comparación con quienes habían comido antes.
No obstante, el International Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism indica que aún se necesitan estudios a largo plazo para confirmar si estos efectos se traducen en mejoras sostenidas en la salud general. Ante cualquier duda, los expertos coinciden en la importancia de consultar a un profesional de la salud antes de adoptar esta práctica.
Fuente: Infobae
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