Ecuador se ubica entre los países con más constituciones del mundo. A lo largo de su historia republicana ha tenido 20 Cartas Magnas, cada una impulsada por nuevos gobiernos que buscan refundar el país. La actual Constitución, vigente desde 2008, ya acumula 29 enmiendas.

Una nación en constante reinicio constitucional
Desde la proclamación de la República en 1830, Ecuador ha tenido 20 constituciones. Este número refleja tanto su inestabilidad política como su permanente búsqueda de renovación institucional. Según un informe de Ecuavisa, el país ocupa el cuarto lugar en el ranking mundial de naciones con más constituciones, solo detrás de República Dominicana (32), Venezuela (26) y Haití (23).
Cada una de estas constituciones ha sido el reflejo de su época. Estaban marcadas por los intereses y visiones de los distintos mandatarios que han gobernado. En promedio, cada Carta Magna ecuatoriana ha durado 9,3 años. Esto evidencia la tendencia de los nuevos gobiernos a reformar o reemplazar el marco legal para adaptarlo a su propio proyecto político.
Los orígenes: la primera Constitución de 1830
La primera Constitución ecuatoriana nació con la República, el 23 de septiembre de 1830, tras la disolución de la Gran Colombia. Con apenas 75 artículos, el texto establecía la unión de los departamentos de Azuay, Guayas y Quito como un solo cuerpo político independiente bajo el nombre de Estado del Ecuador.
Sin embargo, esta primera norma suprema tuvo una vida corta. El presidente Juan José Flores, fundador de la República, enfrentó una rebelión que lo apartó del poder. En 1835, Vicente Rocafuerte convocó una nueva Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución. Apenas unos años después, Flores regresó. Como era costumbre, impulsó otra Constitución, dando inicio a una práctica que se convertiría en tradición: cada mandatario debía tener su propia Carta Magna.
Siglo XIX: constituciones al ritmo de los caudillos
Durante el siglo XIX, la historia constitucional del Ecuador estuvo marcada por el liderazgo de figuras dominantes como Gabriel García Moreno, Ignacio de Veintimilla y José María Velasco Ibarra.
García Moreno, por ejemplo, instauró su propia Constitución basada en principios conservadores y católicos. Su sucesor, Veintimilla, consideró necesario un nuevo marco político más liberal. Décadas después, Velasco Ibarra, uno de los presidentes más carismáticos pero también más inestables del país, exigió una Constitución que reflejara su visión de nación. Argumentaba que la anterior tenía una orientación “demasiado de izquierda”.
Esta tendencia de modificar la Carta Magna con cada cambio de gobierno reflejaba la fragilidad de las instituciones. También mostraba la falta de continuidad en las políticas de Estado.
Del siglo XX al XXI: reformas y rupturas
El siglo XX no fue la excepción en esta secuencia de transformaciones. Tras la caída del presidente Abdalá Bucaram en 1997, una Asamblea Nacional Constituyente redactó una nueva Constitución en 1998, que prometía estabilidad y modernización democrática. Sin embargo, apenas una década después, el entonces presidente Rafael Correa impulsó otro proceso constituyente en Montecristi, bajo la bandera de la “refundación del Ecuador”.
Correa aseguró que la Constitución de 2008 sería una Carta “para los próximos 300 años”. Estaba diseñada para consolidar el modelo del Buen Vivir y ampliar los derechos sociales y ambientales. No obstante, en sus 17 años de vigencia ya ha tenido 29 enmiendas, demostrando que el cambio constitucional sigue siendo parte del ADN político ecuatoriano.
Duraciones históricas y contrastes
Entre las 20 constituciones que ha tenido Ecuador, la que menos duró fue la de 1938, con una vigencia de apenas dos meses, desde diciembre de 1938 hasta febrero de 1939. En el extremo opuesto se encuentra la Constitución de 1906, que se mantuvo durante 23 años, hasta 1929, siendo la más longeva en la historia del país.
El promedio de vida de 9,3 años por cada Constitución deja en evidencia que Ecuador ha vivido un ciclo constante de refundación institucional. Cada cambio político trae consigo una revisión profunda del marco legal y del modelo de Estado.
La actual Constitución: vigencia, retos y enmiendas
La Constitución de Montecristi, vigente desde 2008, introdujo importantes innovaciones. Amplió el catálogo de derechos humanos, reconoció a la naturaleza como sujeto de derechos, fortaleció el rol del Estado en la economía y redefinió el sistema de justicia.
Sin embargo, en los años posteriores ha sido objeto de 29 reformas y enmiendas. Esto demuestra la dificultad de alcanzar un consenso duradero sobre la estructura del poder y la distribución de competencias. Actualmente, se discute si el país necesita una nueva asamblea constituyente o una reforma parcial para actualizar el texto sin alterar su esencia.
Un reflejo de la política ecuatoriana
La historia constitucional del Ecuador revela un patrón: cada nuevo líder ha buscado dejar su huella a través de una nueva Carta Magna. Esta práctica, aunque legítima dentro de un contexto democrático, también ha obstaculizado la consolidación institucional y ha generado incertidumbre jurídica.
A diferencia de otros países donde las constituciones han perdurado por más de un siglo, Ecuador ha hecho de la reforma y la refundación una constante. Esto refleja tanto su diversidad política como su inestabilidad estructural.
El desafío de la estabilidad institucional
Ecuador ha demostrado una capacidad innegable para reinventarse. Sin embargo, su reto pendiente sigue siendo construir una Constitución duradera, que trascienda los cambios de gobierno y sirva como base para el desarrollo sostenible y la cohesión social.
La estabilidad política no solo depende del texto constitucional, sino de la voluntad de respetarlo y hacerlo cumplir. En un país que ha tenido 20 constituciones en menos de dos siglos, la verdadera refundación podría ser, finalmente, aprender a mantener una sola.
Fuente: Ecuavisa
Te puede interesar:
Banco Europeo de Inversiones impulsará nuevos proyectos sostenibles en América Latina


