Ecuador enfrenta una de las crisis más severas de su historia, liderada por un gobierno novel que, en medio de la desesperación, se ve confrontado con la compleja tarea de determinar los costos asociados a la lucha contra el terrorismo. Esta nueva situación ha generado un hueco adicional en el ya precario presupuesto general del Estado.
La crisis en Ecuador se intensifica a medida que el gobierno se contradice al tratar de evaluar los recursos necesarios para hacer frente a la amenaza terrorista. La incertidumbre sobre el impacto económico de esta guerra se refleja directamente en las finanzas estatales, causando estragos en un presupuesto general que ya enfrentaba desafíos significativos.
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