La crisis de natalidad alcanza niveles históricos
Japón vive una situación demográfica alarmante. En un solo año ha perdido más de 900.000 ciudadanos, según los últimos datos del Ministerio del Interior. La cifra representa la mayor caída desde 1968. El número total de japoneses se sitúa ahora en 120,65 millones, muy por debajo de los 126,6 millones registrados en 2009. Este descenso constante, que ya suma 16 años, refleja una crisis de natalidad crítica y difícil de revertir.
Efectos laborales del declive poblacional
Una de las consecuencias más visibles es la pérdida de fuerza laboral. Solo el 59% de la población se encuentra en edad de trabajar, por debajo del promedio de la OCDE. Este dato refleja una estructura desequilibrada que complica el sostenimiento del sistema económico y social. El envejecimiento masivo compromete los recursos y aumenta la carga sobre los trabajadores activos.
Japón frente al llamado problema 2025
El año 2025 marcará un punto clave. Para entonces, la mayoría de los nacidos durante el Baby Boom habrá superado los 75 años. Esto significará un aumento acelerado de personas dependientes de cuidados especiales. El Gobierno estima que el gasto en atención social se elevará un 60% entre 2025 y 2040. En este contexto, la crisis de natalidad se convierte en un problema nacional urgente.

Inmigración: el único indicador en alza
Frente a este escenario negativo, la inmigración aparece como el único dato alentador. En 2024 llegaron 661.800 personas del extranjero y el número total de residentes foráneos aumentó a 3,68 millones. De ellos, más del 85% se encuentra en edad productiva. Su presencia alivia en parte los efectos de la crisis de natalidad y proporciona un impulso económico al país. Sin embargo, también genera tensiones políticas. Algunos partidos han comenzado a usar discursos nacionalistas, alimentando el rechazo hacia los extranjeros.
Medidas frente a una crisis de natalidad profunda
Durante años, el Gobierno japonés ha probado varias políticas para enfrentar la crisis de natalidad. Ha financiado ayudas directas, impulsado permisos parentales e incluso campañas para facilitar que los jóvenes formen pareja. Aun así, los resultados han sido limitados. Muchos expertos señalan que el problema es más estructural que económico. Aspectos como el alto costo de vida, la falta de tiempo libre, la cultura laboral intensa y la desigualdad de género pesan más que cualquier subsidio. Japón necesitará más que cheques o discursos optimistas si quiere revertir esta grave situación.
Más noticias:
El nuevo enfoque de OpenAI para los modelos de IA
Fuente: