Igual que en el primer debate presidencial, la problemática agropecuaria ha sido descartada como tema para deliberar. Como si la crisis que lo afecta no perjudicara la reconstrucción nacional; como si desconocieran que este sector forma parte indeleble del andamiaje político, económico y social; como si ignoraran que las actividades agropecuarias constituyen la fuerza más importante del aparato productivo nacional; como si desdeñaran el hecho de que este sector es el mayor generador de empleo, y el más eficiente multiplicador de diversas oportunidades laborales.
Una sección del sector agropecuario está dedicada a la producción para la exportación, y su actividad se establece como un gran aporte para los ingresos nacionales, pues en los dos últimos años ha promediado una participación de 8,1 % del Producto Interno Bruto. La otra sección productiva la conforma el grupo que produce para el consumo interno, es decir los alimentos que llegan día a día hasta nuestras mesas y que configuran la llamada soberanía alimentaria. Entonces, si este sector genera ingentes ingresos para el erario nacional; si además asegura nuestra alimentación y proporciona una enorme diversidad de empleos y oportunidades laborales: es inaudito que el Consejo Nacional Electoral no considere su inclusión dentro de los ejes temáticos para debatir.
Podemos entender que esta institución se desatienda del sector agropecuaria porque no es su competencia, pero es imperdonable que los candidatos desconozcan lo fundamental que es este sector para la reactivación de nuestro alicaído Ecuador. Es lamentable que los dos se hayan limitado a recitar letanías y generalidades sobre esta actividad, como la repetida cantaleta de promover préstamos en condiciones no mejoradas sino ridículas e inaplicables. Promesas tan inadecuadas como la condonación bancaria, o el ofrecimiento de agroquímicos y semillas para mejorar la productividad, sin comprender que con nuestro anacrónico sistema de comercialización solo se presionarían los precios a la baja, resquebrajando aún más la maltrecha rentabilidad. En adición, los altísimos costos de producción imponen precios de venta superiores a los del mercado internacional, dificultando exportar los excedentes.
Señores candidatos, no es suficiente solo buena voluntad; asesórense adecuadamente para encaminar la verdadera rehabilitación del sector, que, por otra parte, es indispensable para la reactivación nacional. Incluyan la agropecuaria en el próximo debate, pero no con fantasías sino con argumentos reales y factibles. Recuerden que más de cinco millones de personas están involucradas directa e indirectamente con estas labores, y que serían un enorme capital político para quién demuestre conocer sus problemas, las causas que los provocan, y las soluciones viables, prácticas y verosímiles.
Fuente: La nación
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