La madrugada del 29 de abril de 2025, un hecho estremecedor sacudió a los habitantes de la capital ecuatoriana. El crimen en el puente de Guápulo, en una zona estratégica entre las avenidas La Conquistadores y Simón Bolívar, dejó a dos hombres lanzados violentamente desde el puente. Inicialmente se pensó que el episodio se trataba de un secuestro tras una transacción comercial fallida. Sin embargo, las autoridades confirmaron otro trasfondo: un ajuste de cuentas entre delincuentes en Quito.
Uno de los hombres falleció de inmediato por la caída de más de 30 metros hacia el lecho del río Machángara. El otro, gravemente herido, sobrevivió y relató que ambos lo habían secuestrado luego de vender un vehículo. Esta versión sembró incertidumbre en la opinión pública, pero la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida (Dinased) la desmintió días después.
Dinased descarta el secuestro y confirma el móvil criminal
El 7 de mayo de 2025, en rueda de prensa, el coronel Galo Muñoz, portavoz de Dinased, explicó que las víctimas y sus atacantes pertenecían a una misma organización delictiva. Las evidencias recogidas indicaron que no hubo secuestro, sino un claro ajuste de cuentas entre delincuentes en Quito, vinculados a la compraventa de vehículos de alta gama obtenidos mediante actos ilícitos.
Ambos involucrados, de nacionalidad venezolana, tenían antecedentes penales por robo desde el año 2018. El fallecido, de 27 años, presentaba múltiples hematomas y una herida de bala, lo que confirma que fue agredido antes de ser arrojado. El sobreviviente, de 31 años, intentó encubrir la verdad con una versión falsa, que no resistió la investigación policial.
Una venganza interna que revela las fracturas del crimen organizado
Inicialmente, se interpretó el caso como un acto de violencia aleatoria, pero en realidad, resultó ser una vendetta interna. Los agresores y las víctimas operaban desde el sector de La Florida Alta, al norte de Quito. Usaban como fachada la compraventa de autos, un modus operandi común en redes delictivas transnacionales. Este ajuste de cuentas entre delincuentes en Quito fue un castigo interno dentro de una banda con disputas de poder.

El crimen en el puente de Guápulo no solo impactó por su violencia, sino que evidenció la capacidad de organizaciones delictivas para operar con brutalidad quirúrgica. El uso de lugares públicos para ejecutar estas acciones representa un desafío a la seguridad ciudadana. La Policía continúa investigando para identificar a todos los responsables y desmontar la estructura criminal vinculada al hecho.
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