En Ecuador, acceder a un crédito formal se ha vuelto cada vez más difícil. Aunque las cifras reflejan que el monto total de dinero prestado por el sistema financiero crece año tras año, el número de beneficiarios disminuye de forma alarmante. Según Marco Rodríguez, director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), esta situación refleja una creciente exclusión financiera.

El crédito está concentrado en menos manos, dejando fuera a miles de familias que terminan acudiendo al chulco, donde son víctimas de extorsión y de tasas de interés que superan el 1.200%.
El sistema de techos a las tasas de interés
El origen del problema, de acuerdo con Rodríguez, está en el sistema de techos a las tasas de interés. Aunque su objetivo era democratizar el crédito, en la práctica ha generado el efecto contrario.
Las normas han forzado a que bancos y cooperativas mantengan tasas bajas de manera antitécnica, sin poder diferenciar el riesgo real de cada cliente. Esto ha excluido a quienes más necesitan financiamiento, como familias de ingresos medios y bajos, emprendedores o pequeños negocios.
En el caso de los créditos hipotecarios, la exclusión es evidente: más del 70% de las familias no califican para acceder a un préstamo para vivienda, aun cuando podrían tener capacidad de pago.
Impacto en familias y negocios
La falta de acceso al crédito formal afecta no solo al sueño de tener vivienda propia, sino también al consumo, al microcrédito y a las pequeñas y medianas empresas. Los clientes informales, al no tener ingresos comprobables o garantías, representan mayor riesgo. Sin embargo, el sistema actual impide a las entidades financieras cobrar una tasa acorde con ese riesgo, lo que cierra las puertas a segmentos enteros de la población.
Esto obliga a muchos a recurrir al sistema informal, generando un círculo de endeudamiento, abusos y altos niveles de vulnerabilidad financiera.
Reformas necesarias para una inclusión real
Para abrir las puertas del crédito formal, Rodríguez plantea la creación de un segmento de crédito de inclusión financiera con tasas ajustadas al riesgo. Esto permitiría a personas sin historial acceder temporalmente a préstamos y construir un perfil crediticio, hasta lograr condiciones más favorables.
También propone fortalecer el fondo de garantías crediticias, digitalizar procesos y mejorar los sistemas de información para incorporar datos alternativos que reflejen mejor la realidad de los clientes. El consenso entre expertos es que se debe rediseñar el sistema de tasas de interés de forma técnica y flexible.
El desafío del microcrédito
El microcrédito, considerado una herramienta clave para la formalización y el alivio de la pobreza, sigue siendo inaccesible para la mayoría. Solo uno de cada seis potenciales clientes logra acceder a este tipo de financiamiento.
Las trabas burocráticas, la rigidez regulatoria, la falta de educación financiera y las limitaciones tecnológicas, sobre todo en zonas rurales, mantienen a la mayoría de los pequeños emprendedores fuera del sistema formal. Esto limita el impacto positivo que el microcrédito podría tener en la economía nacional.
Exclusión y oportunidades estratégicas
La exclusión financiera es particularmente grave en un país donde el 85% de la población vive en condiciones económicas medias, vulnerables o bajas, y la mitad de los hogares apenas cubre sus necesidades básicas.
Economistas como Andrés Hurtado subrayan que, pese a la brecha, existe una oportunidad estratégica para transformar el panorama: se requiere un trabajo conjunto entre Estado, banca privada y organismos multilaterales para diseñar políticas que impulsen la educación financiera, fomenten el uso de nuevas tecnologías de pago y adapten los productos crediticios a la realidad de cada segmento poblacional
El acceso al crédito en Ecuador refleja una contradicción: mientras crece el volumen de dinero prestado, cada vez menos personas logran beneficiarse. Sin reformas profundas al sistema de tasas de interés, mecanismos de inclusión financiera y fortalecimiento del microcrédito, la exclusión seguirá empujando a miles de familias hacia el chulco y frenando el desarrollo económico del país. La urgencia de cambios regulatorios y de políticas público-privadas es innegable si se quiere construir un sistema financiero más inclusivo y justo.
Fuente: La Hora
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