Un crecimiento invisible: ¿la inteligencia artificial acelera el calentamiento global?
El lado oculto del progreso tecnológico
La inteligencia artificial (IA) forma parte del día a día: genera textos, procesa datos o crea imágenes en segundos. Aunque parece inmaterial, el consumo energético de la inteligencia artificial es alto y sigue creciendo. Ese consumo tiene un impacto ambiental real que muchas veces pasa desapercibido para los usuarios.
Entrenamiento de modelos: un alto costo energético
El entrenamiento de modelos de IA puede extenderse por semanas y utilizar miles de procesadores gráficos de forma simultánea. Este proceso consume más electricidad que varios hogares juntos durante un año. El consumo energético de la inteligencia artificial no finaliza ahí. Cada interacción del usuario implica cálculos en servidores que requieren energía constante, incluso para tareas simples como búsquedas o recomendaciones.
Centros de datos: gigantes energéticos invisibles
La IA depende de enormes centros de datos, ubicados en distintas partes del mundo. Estos operan 24/7 y requieren energía tanto para procesamiento como para refrigeración. Aunque algunas empresas afirman usar energía renovable, no siempre es posible verificar la fuente real de esa electricidad.
Además, el crecimiento continuo de estos centros incrementa la demanda de materias primas y recursos naturales para su expansión y mantenimiento.
Otras tecnologías también consumen
El consumo energético de la inteligencia artificial no es el único problema. Tecnologías como blockchain, servicios de streaming o juegos en línea también generan emisiones. Por ello, la discusión sobre sostenibilidad digital debe ser amplia, considerando beneficios sociales y ambientales.

Emisiones difíciles de medir
Uno de los retos es que no existe una estandarización para medir las emisiones de CO₂ en IA. Algunas empresas solo reportan el consumo durante el entrenamiento, otras incluyen el funcionamiento. Además, muchas usan certificados verdes que no garantizan una compensación real.
IA como herramienta para reducir emisiones
A pesar de sus impactos, la IA puede apoyar la sostenibilidad. Su aplicación en energías renovables, logística y predicción climática permite optimizar procesos y reducir emisiones. Algunas soluciones requieren menos potencia que los modelos lingüísticos y tienen un alto valor ecológico.
Soluciones técnicas y políticas necesarias
Mejorar el consumo energético de la inteligencia artificial es posible. Técnicas como el ajuste de modelos ya entrenados o el uso de chips eficientes reducen el gasto energético. También se necesitan políticas que obliguen a transparentar emisiones y fomenten modelos más pequeños y especializados.
El sector público puede establecer normas de sostenibilidad al contratar servicios tecnológicos. Esto forzaría a las empresas a optimizar el uso energético de sus sistemas de IA.
¿Problema o solución climática?
La IA seguirá desarrollándose y consumiendo energía. El reto no es detenerla, sino guiar su evolución. Establecer estándares de eficiencia, transparencia y regulación será clave para que el consumo energético de la inteligencia artificial no agrave el cambio climático, sino que contribuya a frenarlo.
Fuente:
Otras noticias:
Continúa la audiencia del caso Triple A contra Aquiles Álvarez y otros 15 acusados