El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha revelado que, desde 2008 hasta 2023, un total de 317 organizaciones políticas han buscado su lugar en la escena electoral ecuatoriana. Sin embargo, un preocupante 17.3% de ellas no ha logrado mantenerse, según datos proporcionados por esta institución.
Analistas políticos y expertos electorales atribuyen este fenómeno a una crisis sistémica arraigada en estas agrupaciones, una situación que ya tiene un historial conocido. Según datos del CNE, el promedio de vida de estas organizaciones es de 6.3 años, pero esta cifra varía según su alcance geográfico y su naturaleza.
Las organizaciones políticas a nivel nacional tienen la tasa más alta de eliminación, con un 39.2%, seguidas por las provinciales (25.2%), las parroquiales (19%), y las cantonales (9.6%). Curiosamente, las últimas son las que han tenido una vida más prolongada, con un promedio de 8.1 años, mientras que las nacionales apenas alcanzan los 4 años de vida promedio.
Para Francisco Montahuano, politólogo e investigador, esta disparidad se debe a la dinámica política local, donde hay una mejor representación del electorado y un liderazgo más orientado hacia lo comunitario, generando mayor cohesión. En contraste, los partidos nacionales tienden a caer en dinámicas caudillistas y personalistas, dependiendo excesivamente de figuras individuales.
Wilmer Suárez, director del Observatorio Electoral y Social de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, señala que las reformas destinadas a reducir el número de partidos políticos no han tenido éxito, ya que las agrupaciones políticas continúan sin mostrar un compromiso real con una vida permanente.
Fausto Camacho, experto electoral, indica que muchas de estas organizaciones operan como meras maquinarias de alquiler electoral, activándose únicamente meses antes de las elecciones. Esta falta de compromiso con la sociedad y la democracia interna dentro de los partidos contribuyen a su corta vida útil.
Las prácticas cuestionables de estas organizaciones políticas, como cambiar de nombre o reinscribirse con la misma dirigencia, socavan aún más la confianza del público en el sistema político. Por tanto, se sugiere fortalecer los partidos políticos nacionales y suprimir los movimientos cantonales y parroquiales, además de implementar elecciones primarias obligatorias abiertas para garantizar una verdadera representación y evitar el mal uso de los fondos públicos. Sin embargo, estas medidas requerirían enmiendas constitucionales y un compromiso firme por parte de las autoridades electorales y los actores políticos.
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