Cine nacional para entender la política en Ecuador

Cine nacional

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El cine y la política en Ecuador han mantenido una relación estrecha, donde lo artístico se convierte en espejo de las dinámicas sociales del cine nacional. También refleja las luchas de poder y la idiosincrasia nacional. A través de diferentes películas, directores y narrativas, se ha plasmado cómo los ecuatorianos conciben la política y cómo esta influye en la vida cotidiana.

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Cine nacional

El contexto político y social del Ecuador

Ecuador atraviesa una inestabilidad institucional que ha marcado su historia contemporánea. Según el informe de Latinobarómetro 2024, el país ocupa uno de los primeros lugares en la región en términos de presidentes condenados por corrupción. También es notable por los mandatarios que han abandonado el cargo de manera repentina. Esto ha ocurrido desde Abdalá Bucaram en 1997 hasta Guillermo Lasso en 2023.
En medio de esta fragilidad política, el arte —y en especial el cine nacional— se ha convertido en una herramienta para retratar la naturaleza del poder, la corrupción, las luchas sociales y la migración.

“El Facilitador”: la relación entre poder económico y político

La película El Facilitador (2013), dirigida por Víctor Arregui, aborda las conexiones entre empresarios, políticos y corrupción. La trama se centra en Miguel, interpretado por Francisco Febres-Cordero, un exitoso empresario diagnosticado con cáncer. Él se ve obligado a reflexionar sobre el poder, el dinero y su legado.
La presencia del político chabacano, encarnado por Andrés Crespo, refuerza la idea de cómo lo criollo y lo corrupto se entrelazan en la política nacional. El filme, además, expone cómo los excesos alcanzan a la familia y cómo los vínculos entre sector público y privado afectan la ética social.

“Panamá”: memoria y polarización ideológica

Panamá (2019), de Javier Izquierdo, utiliza el formato en blanco y negro para recrear un encuentro entre dos ecuatorianos en la capital panameña. Uno es parte de la élite económica y el otro, militante de la guerrilla Alfaro Vive Carajo. Esto refleja el fuerte choque ideológico de los años 80 en Ecuador.
El filme conecta con la memoria histórica al evocar el secuestro del banquero Nahím Isaías en 1985. Además, expone las tensiones entre violencia política, desigualdad social y radicalismos ideológicos en el cine nacional.

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“Qué tan lejos”: una mirada a la idiosincrasia

Aunque más ligera en su tono, Qué tan lejos (2006) de Tania Hermida muestra las contradicciones cotidianas del Ecuador. A través del viaje de Tristeza y Esperanza hacia Cuenca, se retratan pequeños actos de corrupción y comportamientos típicos. Estos revelan cómo la política se filtra en lo cotidiano. Desde la sobrevaloración de un servicio hasta la protesta social que detiene un bus.
Es una cinta que, sin ser abiertamente política, deja en evidencia cómo la cultura popular en el cine nacional se vincula con el funcionamiento del país.

“Prometeo Deportado”: la política en la migración

La crisis del feriado bancario de 1999 impulsó una ola migratoria que también se reflejó en el cine. Prometeo Deportado (2010), de Fernando Mieles, sitúa a un grupo de ecuatorianos en una sala de detención de un aeropuerto europeo. Allí se recrea un “mini Ecuador” donde conviven la política populista, la gastronomía típica, el ingenio criollo y la lucha por la supervivencia.
El filme mezcla lo surreal con lo kitsch, convirtiéndose en una sátira del país. Además, es una representación de cómo los migrantes reproducen dinámicas políticas y sociales del cine nacional en cualquier lugar del mundo.

“Sin muertos no hay carnaval”: poder formal y clandestino

Sebastián Cordero, uno de los directores más reconocidos del país, presenta en Sin Muertos No Hay Carnaval (2016) la problemática de la invasión de tierras en Guayaquil. La historia muestra el enfrentamiento entre un terrateniente y más de 120 familias que han ocupado sus tierras.
El filme refleja cómo la política electoral ha utilizado históricamente la legalización de invasiones para captar votos. Igualmente, muestra cómo el poder económico se mezcla con la violencia y la corrupción para imponer intereses privados. Así, el cine nacional ilustra estas tensiones.

El cine como espejo de la política ecuatoriana

Cada una de estas películas, desde diferentes estilos y perspectivas, contribuye a comprender las complejas dinámicas del poder en Ecuador. Ya sea a través de historias de corrupción, migración, violencia política o simples actos cotidianos, el cine nacional se convierte en un recurso fundamental para interpretar el presente y el pasado del país.
En un contexto de inestabilidad institucional y crisis política, el cine nacional se posiciona no solo como entretenimiento, sino también como un espacio de reflexión crítica sobre lo que significa ser ecuatoriano y vivir en una sociedad marcada por el poder y sus contradicciones.

Fuente: Ecuavisa

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