Un tesoro arquitectónico oculto entre los acantilados de la península
Ubicado en la parroquia Ancón, en el cantón Santa Elena, el Barrio Inglés representa una joya histórica poco conocida en Ecuador. Este sector fue construido a inicios del siglo XX por ciudadanos británicos que llegaron al país como parte de la empresa petrolera Anglo Ecuadorian Oilfields. Hoy, el Barrio Inglés resiste como un fragmento arquitectónico de un pasado esplendoroso, esperando ser redescubierto por los visitantes.
La llegada de los ingleses se dio en 1920, luego del hallazgo de petróleo en 1911, lo cual impulsó el desarrollo de Ancón como el primer epicentro petrolero del país. Las casas del Barrio Inglés se construyeron siguiendo los modelos arquitectónicos británicos, con altos ventanales, techos inclinados y materiales resistentes a la brisa marina. Todo ello buscaba replicar el entorno que los ingleses tenían en su país de origen, sin que sintieran una desconexión cultural tan profunda.
Entre historia viva y abandono progresivo
“Antes, todo esto parecía otro país”, recuerda doña Carmen Villao, de 78 años, mientras barre el frente de su vivienda, una casa de madera color crema. Ella es una de las pocas habitantes que aún conserva memorias vivas del auge petrolero. En esa época, el orden y la organización eran distintivos del Barrio Inglés: había clubes, jardines, escuelas, un sistema de alcantarillado funcional y gas por tubería, servicios impensables en otras zonas de la península para ese entonces.
Carlos Zambrano, hijo de un extrabajador petrolero, rememora que, a pesar de las diferencias entre ingleses y ecuatorianos, no se percibía una discriminación marcada. Compartían recursos y servicios, generando una convivencia respetuosa y funcional. Así, el Barrio Inglés se consolidó como un modelo de urbanismo e integración cultural en pleno siglo XX.
La decadencia tras la nacionalización del petróleo
Sin embargo, desde la década de 1970, cuando la empresa se retiró y el petróleo fue nacionalizado, el Barrio Inglés empezó un lento pero constante deterioro. Muchas viviendas fueron abandonadas, otras vendidas y modificadas sin conservar su esencia histórica. Algunas incluso fueron demolidas por el descuido o el desinterés gubernamental.
Aunque las autoridades han declarado estos inmuebles como patrimonio cultural, sus residentes denuncian que no reciben apoyo ni incentivos para su conservación. Las reparaciones son costosas, y la falta de mantenimiento básico agrava el desgaste estructural. De hecho, los habitantes del Barrio Inglés piden rondas policiales, seguridad, promoción turística y el arreglo de las vías dañadas, que representan un peligro para quienes transitan por la zona.
Iniciativas locales para reactivar el turismo

A pesar de la adversidad, hay quienes se resisten a dejar que este legado desaparezca. Es el caso de Johana Llaguno, propietaria de una de las casas inglesas. Su padre la adquirió de un antiguo trabajador de la empresa petrolera y, desde hace ocho años, ella y su familia emprendieron un proyecto turístico enfocado en rescatar la memoria histórica del Barrio Inglés.
“Queremos que los visitantes sientan la esencia de lo que aquí se vivió. Conservamos los jardines, los balcones, los detalles originales”, explica Llaguno. Con esfuerzo propio, han mantenido la vivienda casi intacta, sin apoyo estatal. Su iniciativa busca, además, dinamizar la economía local mediante el turismo cultural, ofreciendo experiencias auténticas que conectan al visitante con el pasado británico de Ancón.
El reto de rescatar una herencia cultural en riesgo
El Barrio Inglés enfrenta ahora el desafío de mantenerse en pie frente al implacable paso del tiempo. Algunas casas aún están habitadas, mientras otras languidecen en ruinas. Sin políticas públicas claras de conservación, su futuro es incierto. Sin embargo, sus habitantes creen firmemente que, con voluntad colectiva, este tesoro puede renacer y convertirse en un verdadero atractivo turístico en la provincia de Santa Elena.
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