La sociedad depende por completo del ambiente. La energía, el agua, el alimento y las materias primas que sostienen la vida moderna provienen directamente de los ecosistemas naturales. A su vez, los residuos generados por el sistema económico son devueltos al ambiente, muchas veces sin control ni tratamiento, provocando daños acumulativos y puntuales.
Pensar en el funcionamiento de una sociedad sin acceso a agua limpia es suficiente para entender que sin recursos naturales, el sistema colapsa. La preservación del ambiente es esencial para garantizar el bienestar presente y futuro.
Impactos sociales de la degradación ambiental
La contaminación, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de recursos no solo deterioran los ecosistemas, también agravan problemáticas sociales como la pobreza, la falta de servicios básicos y la desigualdad.
Las poblaciones más vulnerables son quienes más sufren las consecuencias del cambio climático, la escasez de agua y la exposición a ambientes tóxicos, a pesar de ser quienes menos contribuyen a la degradación ambiental.
Cambio climático y desigualdad: una combinación crítica
Sequías, inundaciones y desplazamientos forzados por eventos extremos afectan la salud, seguridad y calidad de vida de millones. Estas crisis ambientales refuerzan brechas existentes, agravando las condiciones de quienes ya enfrentan exclusión social y económica.
Por ello, abordar de forma integrada el ambiente y la justicia social no es solo deseable, sino urgente.
Una mirada responsable y sostenible
La gestión ambiental no debe limitarse a extraer recursos, sino a generar valor también para las comunidades locales. Incluir a las poblaciones en las decisiones y beneficios derivados de la explotación de recursos naturales permite construir una economía más justa y circular.
Aprovechar mejor los recursos, reducir la generación de desechos y alargar su vida útil en el sistema económico no solo mejora la eficiencia, sino que disminuye la necesidad de enterrar residuos como única solución.

Reflexión y acción para un futuro común
El reto consiste en repensar la forma en que interactuamos con el ambiente. Si la producción sigue priorizando el beneficio inmediato sin medir sus consecuencias, las brechas sociales continuarán ampliándose.
La clave está en una gestión con enfoque social y ambiental que permita mantener el equilibrio entre desarrollo humano y sostenibilidad.
Por Andrés Sarzosa, Especialista de sostenibilidad de CERES
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