El 26 de octubre de 1998 marcó un antes y un después en las relaciones entre Ecuador y Perú. En el majestuoso Palacio de Itamaraty, en Brasilia, los entonces presidentes Jamil Mahuad Witt y Alberto Fujimori Fujimori firmaron el Acuerdo de Paz definitivo, con la mediación de los cuatro países garantes del Protocolo de Río de Janeiro de 1942: Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos.
Este Acuerdo de Paz puso fin a más de 150 años de disputas fronterizas, cuya última confrontación armada fue la Guerra del Cenepa en 1995. La firma contó incluso con la bendición del Papa Juan Pablo II, simbolizando una reconciliación histórica entre dos pueblos que habían convivido bajo la sombra del conflicto.

El Acta Presidencial de Brasilia: más que una línea fronteriza
El acuerdo no solo estableció la delimitación territorial final en la Cordillera del Cóndor, sino que abrió paso a una nueva era de cooperación. El documento del Acuerdo de Paz incluyó un Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad, mediante el cual Ecuador y Perú se comprometieron a trabajar juntos por el bienestar de sus poblaciones fronterizas.
De esta manera, los antiguos adversarios se transformaron en socios estratégicos, impulsando una agenda común que abarca temas de comercio, infraestructura, seguridad y desarrollo sostenible.
Los instrumentos clave del tratado
El proceso de paz dio lugar a varios mecanismos de cooperación institucional, entre ellos:
- El Tratado de Comercio y Navegación, que fortaleció el intercambio económico.
- La Comisión Binacional de Medidas de Confianza Mutua y Seguridad, enfocada en la estabilidad fronteriza.
- El Plan Binacional de Desarrollo de la Región Fronteriza, un programa que canaliza inversiones en infraestructura, educación y salud.
Estos instrumentos del Acuerdo de Paz han permitido mejorar la calidad de vida en comunidades históricamente olvidadas, además de consolidar una cultura de paz y colaboración en la región andina.
El IV Eje Vial Binacional: conectividad y progreso compartido
Uno de los proyectos más emblemáticos que surgió del acuerdo es el IV Eje Vial Binacional, considerado una megaobra de integración entre ambos países. Su objetivo es conectar las zonas limítrofes y fomentar la movilidad comercial y social, beneficiando especialmente a las provincias y departamentos fronterizos.
Se espera que esta obra esté completamente operativa para 2026, cumpliendo una de las promesas más concretas del tratado firmado en 1998. Con esta infraestructura, Ecuador y Perú consolidan su visión de desarrollo conjunto y cooperación interregional, como parte del Acuerdo de Paz.
El liderazgo de Jamil Mahuad y la diplomacia regional
El excanciller José Ayala Lasso recordó que el proceso de negociación fue “una novedad en las relaciones internacionales”. Según su testimonio, Mahuad logró imponer una actitud de amistad y conciliación, que fue correspondida por Fujimori.
Los países garantes, por su parte, aceptaron mediar de manera discreta, evitando el término “arbitraje” y facilitando una salida diplomática definitiva al diferendo. Esta madurez política permitió que Ecuador y Perú pasaran de ser enemigos fronterizos a aliados con intereses comunes, gracias al Acuerdo de Paz.
Cobertura mediática y memoria histórica
La trascendencia del Acuerdo de Itamaraty fue ampliamente reflejada en los medios de comunicación. Ecotel TV realizó una cobertura simultánea desde Estados Unidos, Perú y Brasil, llevando a las audiencias hispanas una visión detallada del proceso que transformó el mapa político y social del continente.
Con el paso del tiempo, el Acuerdo de Paz ha sido analizado como uno de los mayores logros diplomáticos de América Latina, al demostrar que los conflictos históricos pueden resolverse mediante el diálogo y la voluntad política.
Un legado que aún da frutos
A 27 años de su firma, el Acuerdo de Paz Ecuador–Perú sigue siendo un símbolo de madurez y estabilidad regional. Sus resultados se reflejan en el crecimiento del comercio bilateral, la ejecución de proyectos productivos fronterizos y el fortalecimiento de la cooperación en seguridad y desarrollo sostenible.
Lo que comenzó con un abrazo entre Mahuad y Fujimori en Itamaraty, se ha convertido en un ejemplo de que la paz puede generar prosperidad duradera cuando existe compromiso político y confianza entre las naciones.
Fuente: Ecuavisa.com
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