Ecuador atraviesa una fase compleja de incertidumbre económica, donde los hogares reducen su consumo en Ecuador ante el alza de precios, bajos ingresos, precariedad laboral y una creciente ola de inseguridad. Este fenómeno se refleja con claridad en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que en abril de 2025 se ubicó en 38,24 puntos, muy por debajo del umbral de los 50 que separa el optimismo del pesimismo. Este nivel de desconfianza, persistente desde 2022, ha generado un escenario de contracción del consumo y de redefinición de los hábitos de compra.

El alza de precios y la inseguridad golpean al consumidor ecuatoriano
La situación se agrava al observar una contracción del consumo en Ecuador masivo del -5,3% en volumen, según el estudio de NIQ Monitor. A esto se suma un aumento del 3,6% en los precios. En la práctica, los ecuatorianos compran menos cantidad de productos y pagan más por ellos. Esta respuesta es coherente con teorías económicas que señalan que, ante la incertidumbre, los hogares privilegian el ahorro por sobre el consumo.
Tres años de pesimismo económico persistente
Desde abril de 2022 hasta la actualidad, el ICC se ha mantenido por debajo del umbral de confianza, oscilando entre 34,41 y 38,43 puntos. Aunque hubo una leve recuperación entre 2024 y 2025, no ha sido suficiente para revertir la tendencia. La relación entre ingresos y confianza en la economía es directa: mientras el ingreso no se recupere, el optimismo ciudadano seguirá estancado.
Las zonas rurales muestran mayor confianza que las urbanas
Un dato llamativo es que, desde agosto de 2024, el ICC rural ha superado al urbano. En marzo de 2025, por ejemplo, el índice en el área rural fue de 39,11 puntos frente a 36 en la urbana. Esta diferencia puede explicarse por las expectativas distintas que se tienen en las zonas rurales, así como por la menor exposición a ciertos factores de inseguridad o crisis económica.
La canasta familiar se reduce: menos compras, más gasto
El consumo en Ecuador masivo refleja con crudeza la situación del país. Los alimentos, que representan el 31% de las ventas de la canasta NIQ, cayeron -7,4% en valor y -5,2% en volumen. Las bebidas no alcohólicas también sufrieron una contracción, mientras que las alcohólicas crecieron en valor. Esto puede interpretarse como un escape ante el estrés económico y social.
Guayaquil lidera la caída del consumo
El análisis regional revela que Guayaquil es la ciudad más afectada por la contracción del consumo: -10,1% en valor y -11,7% en volumen. Quito le sigue con cifras también negativas. Sin embargo, la zona de la “Resto Sierra” muestra un pequeño crecimiento. La diferencia se explica en parte por la situación de violencia extrema que vive la Costa, particularmente en Guayaquil.
La inseguridad redefine el comercio y las compras
El componente más nuevo y disruptivo en el comportamiento del consumidor es la inseguridad. Con más de 3.000 homicidios intencionales registrados hasta abril de 2025 —un incremento del 58,5% respecto al año anterior—, la violencia se ha convertido en un factor determinante para decidir dónde comprar, qué comprar y cuándo hacerlo. En muchas zonas de la Costa, más del 80% de las tiendas operan tras rejas.
Las zonas más violentas coinciden con la contracción del consumo
Guayaquil y Durán encabezan las cifras de homicidios y también muestran los peores indicadores de consumo. Esta correlación evidencia cómo la inseguridad genera miedo, reduce la movilidad de los consumidores y afecta el comercio, profundizando así la crisis económica en el consumo en Ecuador.
Ingreso, empleo y educación: los otros factores clave del ICC
Aunque el ingreso sigue siendo el principal determinante del ICC, la inseguridad ha ganado peso. A abril de 2025, apenas el 35,8% de los ecuatorianos tiene un empleo adecuado, y la informalidad afecta al 54,1% de la población laboral. Además, seis de cada 10 trabajadores ganan menos del salario básico.
La educación también juega un rol protector: por cada nivel adicional de instrucción, el ICC aumenta en promedio 0,44 puntos. Esto sugiere que el acceso a educación de calidad puede tener un impacto positivo no solo en el bienestar individual, sino también en la percepción económica colectiva.
Ecuador, atrapado en un ciclo de desconfianza
El análisis del comportamiento del consumidor en 2025 muestra a un Ecuador atrapado en un círculo vicioso: la desconfianza económica lleva a una contracción del consumo en Ecuador, mientras la inseguridad impone restricciones adicionales a las decisiones de gasto. Este fenómeno genera una reconfiguración forzada del comercio y de la vida cotidiana.
Superar esta situación exige políticas públicas integrales que atiendan simultáneamente el empleo digno, la seguridad ciudadana y el fortalecimiento de la institucionalidad. Solo así se podrá recuperar la confianza y reactivar el consumo como motor del crecimiento económico.
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