Una realidad alarmante persiste en Ecuador: más de un tercio de los niños indígenas menores de cinco años vive con desnutrición crónica infantil (DCI). Así lo revela la Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil (ENDI), que identifica a esta población como la más afectada por esta forma de malnutrición persistente, también conocida como retraso en talla.
El caso de John, una infancia marcada por la falta de nutrientes
En Pisambilla, una comunidad del páramo de Cayambe, Rosa Lanchimba cultiva verduras junto a sus hijos. Su hijo menor, John, fue diagnosticado con DCI a los dos años. Tenía anemia y retraso en la talla, a pesar de haber sido amamantado y alimentado con coladas tradicionales.
“Por fuera parecía estar creciendo bien, pero por dentro no recibía lo necesario”, cuenta Rosa a Unicef, mientras señala la huerta familiar, que se convirtió en su principal fuente de alimentos tras el diagnóstico.
78.085 niños indígenas afectados: una crisis estructural
El caso de John representa a 78.085 niños indígenas ecuatorianos que viven con desnutrición crónica, el 34,5% del total de menores indígenas, y una cifra muy superior al promedio nacional. Según la ENDI, entre los niños mestizos, afroecuatorianos y blancos, la DCI varía entre el 9% y el 17%.
Estas cifras reflejan una desigualdad estructural: la niñez indígena enfrenta una carga desproporcionada frente a la malnutrición.
Factores múltiples y persistentes: pobreza, salud y educación
De acuerdo con el nutricionista pediatra Santiago Proaño, las causas de esta situación son múltiples: acceso limitado a servicios de salud, viviendas precarias, ausencia de agua potable y dietas poco diversificadas. En muchas comunidades indígenas, la alimentación infantil se basa en granos y coladas, alimentos que no cubren todos los requerimientos nutricionales.
El especialista recomienda una dieta balanceada con cereales, proteínas, frutas y vegetales, algo difícil de alcanzar en contextos de pobreza extrema. Según el INEC, en el quintil más pobre, la DCI alcanza el 21,5%, mientras que en el más alto, solo llega al 11,7%.
El nivel educativo de las madres también influye: cuando solo tienen educación básica, la DCI alcanza el 23,2%. En cambio, con educación superior, baja al 11,1%.
Geografía de la desnutrición: las provincias más golpeadas
Las provincias con mayor población indígena son las que registran las tasas más altas de DCI. Chimborazo, por ejemplo, lidera este indicador nacional. En las zonas rurales, la prevalencia de esta forma de malnutrición alcanza el 21,2%, frente al 15,4% en áreas urbanas.
Acciones del Estado: avances con cobertura limitada
Frente a esta crisis, el Gobierno ha implementado la Estrategia Nacional Ecuador Crece sin Desnutrición Infantil, centrada en los primeros 1.000 días de vida. Entre sus principales acciones están:
- Controles prenatales desde el primer trimestre.
- Suplementación de hierro y ácido fólico para gestantes.
- Vacunación contra neumococo y rotavirus.
- Promoción de la lactancia materna exclusiva.
Además, existen programas complementarios como Acción Nutrición, Creciendo con Nuestros Hijos y transferencias monetarias como el Bono de Desarrollo Humano. Sin embargo, la cobertura de estos servicios sigue siendo limitada en comunidades indígenas.
Brechas persistentes en desarrollo infantil
Más allá de la alimentación, el entorno de desarrollo también es desigual. Según la ENDI, solo el 52% de los niños indígenas accedieron a cuatro o más tipos de juguetes o libros, un indicador clave para el desarrollo cognitivo.

Un problema de equidad y justicia social
A pesar de las políticas públicas y esfuerzos institucionales, la desnutrición crónica infantil sigue afectando desproporcionadamente a la niñez indígena en Ecuador. Las barreras estructurales en salud, educación y condiciones de vida perpetúan una brecha histórica que aún está lejos de cerrarse.
Fuente: Rebelion.org
Otras noticias:
El Día de la Madre mueve el comercio en Ecuador: ventas crecen hasta un 25 %