El presidente Donald Trump ha expresado su deseo de que se deje de acuñar la moneda de 1 centavo en los Estados Unidos. Según él, las monedas de 1 centavo representan un gasto innecesario para el gobierno y, de hecho, “nos cuestan literalmente más de 2 centavos”. Sin embargo, surge una pregunta importante: ¿puede Trump tomar esta decisión por sí mismo? La respuesta no está clara.
La petición de Trump y su fundamento
El domingo por la noche, el presidente Trump utilizó su cuenta de Truth Social para comunicar que había ordenado al secretario del Tesoro, Scott Bessent, que dejara de producir nuevas monedas de 1 centavo. Trump argumentó que esta medida reduciría el gasto innecesario y ayudaría a la economía nacional. “Arranquemos el despilfarro del presupuesto de nuestra gran nación, aunque sea centavo a centavo”, afirmó el presidente.
No obstante, aunque Trump puede influir en las políticas económicas del país, la fabricación de monedas no está bajo su control directo. Según la Casa de la Moneda de los Estados Unidos, es el Congreso quien tiene la autoridad para autorizar la acuñación de las monedas de la nación, no el Tesoro ni la Reserva Federal.
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El costo de las monedas de 1 centavo
Lo que es innegable es que las monedas de 1 centavo son costosas de producir. Según el informe anual de la Casa de la Moneda de Estados Unidos, producir y distribuir una sola moneda de 1 centavo costó 3,69 centavos el año pasado, lo que representa una pérdida de 2,69 centavos por cada penny. En 2024, se emitieron más de 3,000 millones de monedas de 1 centavo, lo que resultó en una pérdida de alrededor de 85,3 millones de dólares. A pesar de ser las más producidas, estas monedas rara vez se usan y en su mayoría se quedan en los cajones de los consumidores.
El impacto global de la eliminación del penny
Numerosos países alrededor del mundo han tomado la decisión de eliminar sus monedas de menor denominación debido a los altos costos de producción y la baja utilidad en la vida cotidiana. En 2012, Canadá dejó de producir monedas de 1 centavo, lo que permitió ahorrar millones de dólares al año. De manera similar, Australia retiró sus monedas de 1 y 2 centavos en 1992. Incluso países como Suecia y Nueva Zelanda han tomado decisiones similares, apuntando a la inflación y al aumento de los costos de producción como factores clave.
Oposición a la eliminación del penny
A pesar de los argumentos en favor de la eliminación de la moneda de 1 centavo, existe una considerable oposición en los Estados Unidos. El grupo de defensa Americans for Common Cents sostiene que su eliminación no generaría ahorros significativos, ya que muchos de los costos fijos de la Casa de la Moneda seguirían siendo los mismos. Además, la demanda de monedas de 5 centavos (nickels), que son aún más costosas de producir, aumentaría. En 2024, el costo de producción de un nickel era de 13,78 centavos por moneda, lo que lo hace más caro que el penny.
Además, los defensores del penny sostienen que su eliminación resultaría en un “impuesto implícito” sobre los consumidores, ya que los precios que terminan en 99 centavos serían redondeados al dólar más cercano.
Conclusión: Sentimentalismo y resistencia al cambio
Una parte considerable de la resistencia a la eliminación de las monedas de 1 centavo puede ser atribuida al sentimentalismo. Para muchas personas, estas pequeñas monedas tienen valor histórico o son vistas como un símbolo de la economía estadounidense. A pesar de que los pennies no tienen un valor práctico significativo, algunos los coleccionan o los almacenan como recuerdos.
En última instancia, la eliminación del penny, aunque podría ahorrar dinero al gobierno, enfrenta desafíos tanto prácticos como emocionales. Como señala Andrew Stoeckel, profesor del Centro de Análisis Macroeconómico de la Universidad Nacional Australiana, la medida podría tener poco impacto en la economía. Sin embargo, el gobierno podría reducir costos a largo plazo si la producción de estos pequeños, pero costosos, metales fuera suspendida.
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