El hidrógeno ha sido promocionado como la solución libre de emisiones para diversas fuentes de energía. Desde motores silenciosos hasta industrias como la del hierro y fertilizantes, este gas parecía ser la respuesta a los problemas climáticos. Sin embargo, un reciente informe ha revelado una realidad preocupante: la producción de hidrógeno ha generado 900 millones de toneladas de CO2.
El origen del problema: Producción de hidrógeno contaminante
Aunque se están invirtiendo miles de millones en infraestructuras de hidrógeno verde, como el hidrogenoducto que unirá Portugal, Francia y España, estos proyectos aún están lejos de estar operativos. Mientras tanto, la mayor parte del hidrógeno producido proviene de la separación del gas natural, un proceso que emite grandes cantidades de CO2.
El método industrial más común para producir hidrógeno es la separación de gas natural en refinerías. Este proceso genera CO2, y aunque algunos emplean captura de carbono para producir “hidrógeno gris”, la mayoría no cuenta con esta infraestructura. Como resultado, el hidrógeno sigue siendo un combustible contaminante.
Producción y consumo: Un panorama desalentador
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción de hidrógeno en el último año alcanzó los 95 millones de toneladas. Este hidrógeno es utilizado principalmente en la industria farmacéutica, la refinación de combustibles fósiles y la fabricación de fertilizantes como el amoníaco. Sin embargo, esta producción ha generado unos 900 millones de toneladas de CO2, lo que cuestiona la sostenibilidad de esta fuente energética.
El desafío de reducir emisiones: Más allá de la teoría
Los métodos de producción de hidrógeno de bajas emisiones incluyen la electrólisis y la captura de carbono. Según la AIE, este volumen podría crecer un 50% para 2030, alcanzando los 38 millones de toneladas. No obstante, estos métodos aún generan emisiones significativas de CO2, contribuyendo al calentamiento global.
Además, los proyectos previstos en el papel no cuentan con decisiones firmes por parte de inversores, lo que pone en duda su viabilidad a largo plazo. A esto se suma la inestable realidad económica, con inflación y fluctuaciones geopolíticas que podrían afectar el coste final de los proyectos.
Demanda insuficiente: Un obstáculo para el hidrógeno verde
Otro gran problema es la falta de demanda para el hidrógeno producido. Aunque la Unión Europea propone un volumen de 38 millones de toneladas de hidrógeno de bajas emisiones para los próximos años, la demanda efectiva apenas alcanza los 14 millones de toneladas. Sin una demanda clara, es difícil justificar la inversión en esta fuente de energía.
¿Vale la pena invertir en hidrógeno verde?
España está destinando grandes recursos a proyectos de hidrógeno verde, como plantas que convierten agua reciclada en energía. Aunque el informe de la AIE plantea dudas sobre la viabilidad de estas inversiones, estos proyectos demuestran que, con algunas correcciones, el hidrógeno verde podría tener un futuro prometedor.
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