Desde el fatídico mes de febrero de 2020, una acelerada erosión ha marcado la vida del río Coca y sus comunidades aledañas. Todo indica que la presencia de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair ha exacerbado este proceso, que podría desembocar, en situaciones extremas, en desastres comparables a los de La Josefina o Alausí.
En el corazón de la Amazonía ecuatoriana, en Napo, un inmenso cráter se abrió en febrero de 2020. Desde entonces, ha estado devorando el hermoso valle del alto Coca con voracidad. Árboles centenarios y jóvenes son arrancados de cuajo y arrojados al abismo, mientras el rugido del río Coca los engulle sin piedad. Es un escenario donde la naturaleza misma parece conspirar contra sí misma.
La fuerza tractiva del agua ha logrado vencer la resistencia de arcillas y limos de milenios, arrastrando consigo arenas, gravas, cantos y bloques. En su interior, el caudal no ha hallado paz, buscando desesperadamente recuperar su equilibrio y provocando el socavamiento de las márgenes y el lecho del río.
La lucha del río
La fuerza tractiva del agua vence la resistencia de arcillas y limos cuya edad es de 19.000 años. Arenas, gravas, cantos y bloques son acarreados, disueltos y suspendidos. Por dentro, el caudal no se ha apaciguado. El río Coca busca recuperar el punto de equilibrio produciéndose el socavamiento del margen izquierdo del río y de fondo.
¿Naturaleza o intervención humana?
¿Es un fenómeno natural? ¿Fue alterado por la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair?
Colapso y advertencias
Desde el borde del cráter y junto a lo que queda de un tramo de la vía Quito-Lago Agrio, por la carretera E-45 de la Troncal Amazónica, se observa que apenas existen 50 metros entre las 150 casas del pueblo de San Luis y el abismo. La erosión no solo es evidente, sino alarmante.
Impacto de la hidroeléctrica
La construcción de la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair fue precedida por advertencias sobre el impacto ambiental. Estudios previos desde 2012 señalaron la posible aceleración de los procesos de erosión en la cuenca hidrográfica del alto Coca. La evidencia apunta hacia la responsabilidad de la hidroeléctrica en este fenómeno.
La construcción de Coca Codo Sinclair
Una inversión monumental
La hidroeléctrica, con un costo de 2.300 millones de dólares, fue inaugurada en 2016 con el objetivo de producir 1.500 megavatios de energía “limpia y renovable”. Sin embargo, su impacto ambiental ha generado preocupación desde su concepción.
Fallos en el diseño
La construcción de Coca Codo Sinclair se basó en un modelo de represa de filo de río que carecía de puertas de fondo para evacuar sedimentos. Esta falta de consideración por la gestión adecuada de los sedimentos ha exacerbado el problema de erosión en el río Coca.
El costo humano y ambiental
Desastre socioambiental
El impacto de la erosión va más allá de los límites del río. Derrames de petróleo, pérdida de biodiversidad, y afectaciones a la agricultura y la ganadería son solo algunas de las consecuencias observadas. La erosión no solo altera el paisaje, sino que pone en peligro la subsistencia de miles de personas.
Comunidades en riesgo
Poblados como San Luis se encuentran al borde del abismo literalmente. La erosión ha forzado la reubicación de familias enteras, mientras que otras luchan por mantenerse a pesar del peligro inminente. La incertidumbre y el miedo son parte de la vida diaria en estas comunidades.
La erosión en el alto Coca no es solo un desastre ambiental, sino también una crisis humanitaria en desarrollo. Es imperativo que se tomen medidas urgentes para mitigar el impacto y proteger a las poblaciones afectadas. La gestión adecuada de la cuenca hidrográfica del río Coca es fundamental para evitar un desastre de proporciones mayores.
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