El acceso a la vivienda propia en Ecuador se ha convertido en una lucha constante para numerosas familias en los últimos doce años, como demuestran las estadísticas recientes. Según el censo de 2022, solo el 56,2 % de los hogares vive en casas propias, una disminución significativa en comparación con el 59,7 % registrado en 2010. Esta tendencia refleja las dificultades financieras y los desafíos burocráticos que enfrentan las personas al intentar adquirir una vivienda.
La historia de Estrella y Walter, dos residentes de Guayaquil, refleja este panorama. A sus 55 años, Estrella ha pasado casi dos décadas alquilando viviendas, frustrada en su búsqueda de una propiedad propia. Aunque había planeado acceder a un crédito hipotecario a través del Banco del IESS, su situación se complicó tras la muerte de su empleador durante la pandemia de COVID-19, lo que le impidió cumplir con el requisito de afiliación continua al IESS.
Por otro lado, Walter, de 35 años, finalmente logró comenzar a pagar la entrada de una casa en 2021 después de años de considerarlo. Sin embargo, se enfrenta a obstáculos financieros, ya que el préstamo del Biess se limita a $ 50.000, lo que lo deja corto en comparación con el precio de la casa que desea comprar. Además, las presiones de la inmobiliaria para que inicie el proceso hipotecario lo ponen en una situación difícil, ya que enfrenta la posibilidad de perder la propiedad que ha elegido congelada a un precio menor.
Mientras tanto, la situación económica y laboral en Ecuador no brinda un panorama alentador. Apenas el 25 % de la población tiene un empleo formal con afiliación al IESS, lo que limita aún más el acceso a créditos hipotecarios. Los datos del INEC muestran una disminución en el número de créditos hipotecarios otorgados por el Biess, así como una reducción del monto total concedido.
En un esfuerzo por abordar el déficit habitacional en el país, el Estado ha implementado diversos programas, como el convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa Nacional de Vivienda. A pesar de estos esfuerzos, el acceso a viviendas dignas sigue siendo un desafío, especialmente para aquellos que se encuentran en situaciones económicas precarias y carecen de acceso a recursos financieros.
Si bien las tasas de interés subsidiadas y los programas de subsidios de vivienda han tenido cierto impacto, la demanda sigue superando la oferta disponible. Los requisitos y restricciones adicionales, como la necesidad de poseer un terreno propio, han limitado aún más la accesibilidad a estos programas para aquellos que más lo necesitan.
Aunque se están implementando diversas estrategias para abordar este problema, sigue siendo evidente la necesidad de un enfoque más integral y colaborativo para garantizar que todas las familias ecuatorianas tengan acceso a una vivienda digna y asequible.